domingo, 14 de octubre de 2012

Quienes eligen

Hace varios días habitan en mi mente ideas que cobraron forma sólo cuando volví a la fuente:   los libros. Hasta hace poco tiempo desprecie el valor literario de las novelas, de las buenas. Por motivos que en este momento no tienen importancia nunca -hasta hace tres años- me tope con un ejemplar que me atrapará, con una novela que me provoque querer terminar de leer. Por fortuna, conocí a alguien que me dio algunas luces para entrar en ese maravillo mundo. Gracias.
En fin, estos extractos pertenecen a dos autoras y un escritor: Ayn Rand (Imperio ruso, 1905- Nueva York 1982), Simone de Beauvoir (Francia, 1908-1986) y José Saramago (Portugal, 1922-España 2010) . Los fragmentos que transcribo más abajo constituyen el testimonio de ellos, los autores, que prefirieron contemplar los actos, emociones y pensamientos del individuo alejados de los parámetros convencionales. En lo personal, considero que justamente lo común del pensamiento colectivo funcionó como motor para la obra de ellas y de él. Parte de la vida se trata justamente de eso: tomar aquello que irrita y trabajar para transformarlo en algo menos irritable...


José Saramago

 "El Evangelio Según Jesucristo"

"Jesús se secó las lágrimas… Realmente no valía la pena quedarse allí el día entero; el desierto es como se ve, nos rodea, nos cerca, de algún modo nos protege; pero dar, no da nada, sólo mira. Y, si el sol se cubre de repente, decimos 'El cielo nos acompaña en el dolor'. Locos somos, que el cielo, es de una perfecta imparcialidad, ni se alegra con nuestras alegrías, ni se entristece con nuestras tristezas."


"Sólo con el ayuno y la oración, preguntó Jesús, y Dios respondió, También ofenderán al cuerpo con dolor y sangre y porquerías, y otras muchas penitencias, usando cilicios y practicando flagelaciones, habrá incluso 

quien se pase la vida entera sin lavarse, o casi, y habrá quién se lance en medio de las zarzas o se revuelque en la nieve, para domar las intemperancias de las carnes suscitadas por el Diablo, a quien estas tentaciones se deben, que su objetivo es desviar a las almas del recto camino que las llevaría al cielo, mujeres desnudas y monstruos pavorosos, criaturas de la aberración, la lujuria y el miedo, son las armas con las que el Demonio atormenta las pobres vidas de los hombres, Todo eso harás, preguntó Jesús a Pastor, Más o menos respondió él, me he limitado a tomar como mío todo aquello que Dios no quiso, la carne con sus alegrías y sus tristezas, la juventud y la vejez, la lozanía y la pobredumbre, pero no es verdad que el miedo sea mi arma, no recuerdo haber sido yo quién inventó el pecado y su castigo y el miedo que en ellos siempre hay, Cállate, interrumpió Dios, impaciente, el pecado y el diablo son dos nombres de una misma cosa, Que cosa, preguntó Jesús, La ausencia de mí, Y la ausencia de ti a qué se debe, a haberte retirado tú, o a que se hayan retirado de ti, Yo no me retiro nunca, Pero consientes que te dejen, Quien me deja me busca, Y si no te encuentra la culpa, ya se sabe, es del Diablo, No, de eso él no tiene la culpa, la culpa la tengo yo, que no logro llegar al lugar donde me buscan, esas palabras las pronunció Dios con una punzante e inesperada tristeza, como si de repente hubiera descubierto los limites de su propio poder.
(...) En ese momento, dijo el Diablo a Jesús, Observa cómo, según lo que acaba de decirnos, hay dos maneras de perder la vida, una por el martirio, otra por la renuncia, no les bastaba tener que morir cuando llegará su hora, era necesario además que, de una manera o de otra, corrieran a su encuentro, crucificados, destripados, degollados, quemados, lapidados, ahogados, descuartizados, estrangulados, desollados, alanceados, corneados, enterrados, serrados, asaeteados, amputados, desgarrados, o si no, dentro y fuera de celdas, capítulos y claustros, castigándose por haber nacido con el cuerpo que Dios y sin el cual no tendrían donde poner el alma, tales tormentos no los inventó este Diablo que te habla. Es todo, preguntó Jesús a Dios, No, aún faltan las guerras, También habrá guerras, Y matanzas, De matanzas estoy informado, podía incluso haber muerto en una de ellas, bien mirado fue una pena, no tendría ahora a mi espera una cruz, Llevé a tu otro padre al lugar donde era preciso que estuviera para oír lo que yo quise que los soldados dijesen, en fin, te salvé la vida. Me salvaste la vida para hacerme morir cuando te parezca y convenga, es como si me mataras dos veces, Los fines justifican los medios, hijo mío, Por lo que llevó oído de tu boca desde que aquí estamos, creo que sí, renuncia, clausura, sufrimientos, muerte, y ahora guerras y matanzas, qué guerras son ésas, Muchas, un nunca acabar, pero sobre todo las que se harán contra ti y contra mí en nombre de un dios que todavía está por aparecer.
(...)El alma, hijo mío, para salvarse, necesita el sacrificio del cuerpo, Con esas u otras palabras, ya lo había oído antes, y tú, Pastor, qué nos dices de estos futuros y asombrosos casos, Digo que nadie que este en su perfecto juicio podría afirmar que el Diablo fue, es o será culpable de tal matanza y de tantos cementerios, salvo si a algún malvado se le viene a la cabeza la ocurrencia calumniosa de atribuirme la responsabilidad de hacer nacer al dios que será enemigo de éste.
(...)No se puede negar que tienes un talento para confundir a las almas y perderlas, eso ya lo sabía yo, pero nunca te había oído un discurso como éste, un talento oratorio, una labia, no hay duda, estuviste a punto de convencerme, No me aceptas, No me perdonas, No te acepto, No te perdono, te quiero como eres y, de ser posible, todavía peor de lo que eres ahora, Por qué, Porque este Bien que yo soy no existiría sin el Mal que tú eres, un Bien que tuvieses que existir sin ti sería inconcebible, hasta el punto de que ni yo puedo imaginarlo, en fin, que si tú acabas, yo acabo, para que yo sea el Bien, es necesario que tú sigas siendo el Mal, si el Diablo no vive como Diablo, Dios no vive como Dios, la muerte de uno sería la muerte de otro.
(...) Guardó su escudilla entre sus bastas ropas de pastor y entró en el agua. No miró a Dios, sólo dijo, como si hablara con un auditorio de invisibles, Hasta siempre, ya que él lo ha querido así. Jesús lo siguió con los ojos, Pastor se iba quejando poco a poco, perdiéndose en la niebla, no se le ocurrió preguntarle por qué capricho vino y se marchaba así, a nado, en la distancia era de nuevo como un puerco con las orejas erguidas, se oían unos jadeos bestiales, pero un oído fino no tendrá dificultad de percibir que había también allí un sonido de miedo, no a ahogarse, qué idea, el Diablo, acabamos de enterarnos ahora mismo, no acaba, sino de miedo de tener que existir para siempre. "


Ayn Rand

"La Rebelión de Atlas"

"-Si usted viese a Atlas, el gigante que sostiene al mundo en sus hombros, si usted vieses que él estuviese de pie, con la sangre latiendo en su pecho, con sus rodillas doblándose, con sus brazos temblando pero todavía intentando mantener al mundo en lo alto con sus últimas fuerzas, y cuanto mayor sea su esfuerzo, mayor es el peso que el mundo carga sobre sus hombros- ¿Qué le diría usted que hiciese?
-Que se rebele."

"Ha visto la Atlántida que andaba buscando: está aquí, existe, pero se debe ingresar a ella desnudo y solo, sin los harapos de una falsedad de siglos, con la más pura claridad mental; no con el corazón inocente, sino con algo mucho más especial: una mente intransigente  como una posesión y llave. No entrará aquí hasta que haya aprendido que no necesita convencer ni conquistar al mundo. Cuando lo sepa, se dará cuenta que, en todos los años de su lucha, nada ha representado una barrera ante la Atlántida, ni existieron cadenas que la retuviesen, excepto aquellas que usted mismo se forjó. Durante estos años, lo que deseaba conseguir la ha estado esperando de un modo inconmovible como su propia lucha, apasionada y desesperadamente, pero con una certeza mayor que la suya. Salga de aquí para continuar el combate, soporte cargas que no ha elegido y acepte castigos inmerecidos, creyendo que puede servirse a la justicia ofreciendo su propio espíritu a la más injusta de las torturas. Pero, en sus más difíciles y oscuros momentos, recuerde que ha visto otra clase de mundo, recuerde que puede volver a él siempre que lo desee, que la estará esperando y que es algo real, posible... y suyo."


"Su rostro estaba grave y tranquilo, su expresión de felicidad se había borrado y también la actitud de conquistador. Se veía como si se le hubieran caído todas las máscaras, miraba en forma directa, firme, como quien persigue un propósito concreto, como un hombre capaz de comprender la seriedad de su acción, de la forma que ella esperó verlo alguna vez. Nunca le pareció tan atractivo como en aquel momento, y se dijo, asombrada, que aquel hombre no la había abandonado, sino que era ella quien había decidido alejarse de él."


Simone de Beauvoir

"Los Mandarines"

"-Yo lo miraba, molesta; le había dicho a Paula: "La gente cambia", pero por más que uno sepa que cambian, uno se empeña en mirarlos como inmutables en un montón de cosas: otra estrella fija que se había puesto a bailar en mi cielo."



"Durante quince años ese escritorio había sido para él el centro del mundo y de su hogar; aquí la verdad parecía segura, la felicidad importante y parecía un gran privilegio ser uno mismo. No podía imaginarse caminando por las calles con esa puerta cerrada para siempre a sus espaldas."



"-¿Te dejo en algún lado?

No, gracias; voy a caminar un poco -dijo Enrique.
Iba a comer con Paula y no le urgía verla. Se puso a caminar a pasos cortos. Decir la verdad: hasta ahora eso no había planteado problemas serios; había contestado que sí a Lambert sin vacilar: era casi un reflejo. Pero en realidad no sabía ni lo que debía creer ni lo que debía hacer, no sabía nada: estaba todavía aturdido como si hubiera recibido un golpe en la cabeza. Evidentemente, Jorge no lo había inventado todo. Quizá todo era verdad. Había campos donde quince millones de trabajadores estaban reducidos al estado de subhombres; pero gracias a esos campos el nazismo había sido vencido y un gran país se construía en donde se encarnaba la única posibilidad de mil millones de subhombres que reventaban de hambre en China y en la India, la única posibilidad de millones de obreros esclavizados a una condición inhumana, nuestra única posibilidad. "¿ Ésta también nos fallará?", se preguntó con temor. Se daba cuenta de que nunca había dudado seriamente de ella; las taras, los abusos de la URSS los conocía; no impide que un día el socialismo, el verdadero, aquel en que se reconciliarían justicia y libertad, terminaría por triunfar en la URSS y por la URSS; si esta noche esa certidumbre lo abandonaba, entonces todo el porvenir se hundía en las tinieblas: en ninguna otra parte se perfilaba la más mínima luz de esperanza: "¿ Es por eso que me refugio en la duda?" -se preguntó-. ¿Rechazo la evidencia por cobardía, porque el aire ya no sería respirable si ya no hubiera un rincón de la tierra hacia el cual poder volverse con un poco de confianza? O, por el contrario, quizá sea aceptando con complacencia las imágenes de horror que estoy haciendo trampa. A falta de poder creer en el comunismo sería un alivio poder aborrecerlo resueltamente. ¡Si al menos uno pudiera estar totalmente en pro o totalmente en contra! Pero para estar en contra habría que tener alguna otra cosa que ofrecer a los hombres: y es demasiado evidente que la revolución se hará por la URSS o no se hará. Sin embargo, si la URSS no ha hecho sino sustituir un sistema de opresión por otro, se ha restablecido la esclavitud, ¿cómo seguir teniéndole simpatía?.
"Quizás el mal este por todos lados", se dijo Enrique. Recordaba aquella noche en un refugio de la Cevenas en que estaba voluptuosamente dormido en las delicias de la inocencia; si el mal estaba en todas las partes entonces la inocencia no existía. Hiciera lo que hiciese estaría en el error; error si divulgaba una verdad trunca, error si disimulaba, aun trunca, una verdad. Bajó junto al río. Si el mal esta en todas partes no hay ninguna puerta de escape ni para la humanidad ni para uno mismo. ¿Habrá que llegar a pensar eso? Se sentó y miró distraídamente correr el agua."


"-No es culpa mía -agregó Nadine suspirando-, soy desconfiada.

-No lo has sido siempre -dijo Enrique-. Con Diego no lo eras.
Nadine se puso dura:
-Era distinto
-¿En qué?
-Diego era mío.
-No más de lo que yo lo soy -dijo Enrique vivamente-. La diferencia es que era chico; pero hubiera envejecido. Y si no decidieras a priori que todo adulto es un juez, por lo tanto un enemigo, mi edad no te molestaría.
-Contigo nunca será como con Diego -dijo Nadine.
-No lo olvides. Pero no emplees tus recuerdos contra mí. Es lo que haces. Por un montón de razones le vuelves la espalda a la vida presente, entonces te refugias en el pasado; en nombre del pasado tomas superioridades sobre todo lo que te ocurre.
Nadine lo miró con un aire un poco vacilante.
-Si, quiero mi pasado -dijo.
-Te comprendo muy bien -dijo Enrique-. Pero tienes que darte cuenta de una cosa: no es porque tienes recuerdos muy fuertes por lo que le pones mala voluntad en vivir; es lo contrario: utilizas tus recuerdos para justificarte.
Nadine guardó silencio por un momento; se mordía el labio inferior con aire concentrado.
-¿Por qué tengo mala voluntad?
- Por resentimiento, por desconfianza. Es un círculo vicioso -dijo Enrique-. Dudas de mi amor, entonces me tienes rabia y quieres castigarme, desconfías de mí y te alejas. Pero reflexiona -dijo con voz apremiante-, si te quiero merezco tu confianza y eres injusta al no dármela.
Nadine se encogió de hombros con aire desolado:
-Si es un círculo vicioso no puedo salir.
-Puedes -dijo Enrique-, si quieres, puedes. -La apretó contra él.- Resuelve darme tu confianza aún si no estás segura de que la merezco. La idea de caer en un engaño te horroriza: pero es mejor ser engañada que ser injusta. Y verás: la mereceré."



Los autores. De izquierda a derecha: Simone de Beauvoir, José Saramago y Ayn Rand.

Una hoja en blanco es un lienzo donde se puede crear una obra para la admiración o quizás para el olvido. Muchas veces esa misma hoja parece estar gritando las palabras que desea sentir impresas sobre sí, pero simplemente ellas no cobran forma definida en la mente de quien escribe. 
Sin embargo todo se vuelve horrorosamente confuso cuando se trata de las emociones que las palabras aún no pueden expresar. A veces es por falta de práctica que no sabemos como decir eso que corroe por dentro, que nos llena de felicidad o que se esta volviendo una verdadera molestia. Por eso mismo también existen distintas maneras de reaccionar ante una situación que pone en jaque las más antiguas convicciones arraigadas en uno mismo. A simple vista, podríamos resumir el asunto diciendo que todo "depende de la personalidad"...
Lo cierto es que la personalidad es el resultado de lo que fuimos, y lo que fuimos esta formado por la presencia de los demás, por la ausencia de ellos, por el lugar donde vivimos y las actividades que hacemos. Una personalidad no puede catalogarse de "definida": seguramente se podrán marcar ciertos patrones que trazarán sus características, pero me resulta dificultoso creer que la personalidad puede definirse, siendo que cada día en la vida de un ser humano lo marca.
Quizás las palabras no alcanzan porque ellas son un medio para el fin, que es la comunicación. Acaso las palabras no nunca son suficiente porque ellas también son imperfectas, muchas veces se encuentran incompletas. Probablemente no existan palabras para todas las emociones porque la totalidad es una utopía, y además una generalización absurda.
Las palabras tienen el poder de convocar en un tiempo concreto y hacer público lo que pensamos: esa es su belleza, la capacidad de hacernos presentes en el mundo. Con poca intención de ser transigente pero reconociendo su importancia fundamental, las palabras que se forman en la mente y que luego decidimos decir u omitir se convierten en tatuajes que marcan nuestro tiempo, nuestras relaciones y muchas veces determinan nuestros actos. Por que no siempre se hace lo que se dice, ni se dice lo que se hace. Pero dejemos que nos interpelen, sepamos poner en duda una palabra, un acto o una actitud si es necesario, ya que sólo la inquietud sincera podrá impulsarnos a más.


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