domingo, 14 de octubre de 2012

Quienes eligen

Hace varios días habitan en mi mente ideas que cobraron forma sólo cuando volví a la fuente:   los libros. Hasta hace poco tiempo desprecie el valor literario de las novelas, de las buenas. Por motivos que en este momento no tienen importancia nunca -hasta hace tres años- me tope con un ejemplar que me atrapará, con una novela que me provoque querer terminar de leer. Por fortuna, conocí a alguien que me dio algunas luces para entrar en ese maravillo mundo. Gracias.
En fin, estos extractos pertenecen a dos autoras y un escritor: Ayn Rand (Imperio ruso, 1905- Nueva York 1982), Simone de Beauvoir (Francia, 1908-1986) y José Saramago (Portugal, 1922-España 2010) . Los fragmentos que transcribo más abajo constituyen el testimonio de ellos, los autores, que prefirieron contemplar los actos, emociones y pensamientos del individuo alejados de los parámetros convencionales. En lo personal, considero que justamente lo común del pensamiento colectivo funcionó como motor para la obra de ellas y de él. Parte de la vida se trata justamente de eso: tomar aquello que irrita y trabajar para transformarlo en algo menos irritable...


José Saramago

 "El Evangelio Según Jesucristo"

"Jesús se secó las lágrimas… Realmente no valía la pena quedarse allí el día entero; el desierto es como se ve, nos rodea, nos cerca, de algún modo nos protege; pero dar, no da nada, sólo mira. Y, si el sol se cubre de repente, decimos 'El cielo nos acompaña en el dolor'. Locos somos, que el cielo, es de una perfecta imparcialidad, ni se alegra con nuestras alegrías, ni se entristece con nuestras tristezas."


"Sólo con el ayuno y la oración, preguntó Jesús, y Dios respondió, También ofenderán al cuerpo con dolor y sangre y porquerías, y otras muchas penitencias, usando cilicios y practicando flagelaciones, habrá incluso 

quien se pase la vida entera sin lavarse, o casi, y habrá quién se lance en medio de las zarzas o se revuelque en la nieve, para domar las intemperancias de las carnes suscitadas por el Diablo, a quien estas tentaciones se deben, que su objetivo es desviar a las almas del recto camino que las llevaría al cielo, mujeres desnudas y monstruos pavorosos, criaturas de la aberración, la lujuria y el miedo, son las armas con las que el Demonio atormenta las pobres vidas de los hombres, Todo eso harás, preguntó Jesús a Pastor, Más o menos respondió él, me he limitado a tomar como mío todo aquello que Dios no quiso, la carne con sus alegrías y sus tristezas, la juventud y la vejez, la lozanía y la pobredumbre, pero no es verdad que el miedo sea mi arma, no recuerdo haber sido yo quién inventó el pecado y su castigo y el miedo que en ellos siempre hay, Cállate, interrumpió Dios, impaciente, el pecado y el diablo son dos nombres de una misma cosa, Que cosa, preguntó Jesús, La ausencia de mí, Y la ausencia de ti a qué se debe, a haberte retirado tú, o a que se hayan retirado de ti, Yo no me retiro nunca, Pero consientes que te dejen, Quien me deja me busca, Y si no te encuentra la culpa, ya se sabe, es del Diablo, No, de eso él no tiene la culpa, la culpa la tengo yo, que no logro llegar al lugar donde me buscan, esas palabras las pronunció Dios con una punzante e inesperada tristeza, como si de repente hubiera descubierto los limites de su propio poder.
(...) En ese momento, dijo el Diablo a Jesús, Observa cómo, según lo que acaba de decirnos, hay dos maneras de perder la vida, una por el martirio, otra por la renuncia, no les bastaba tener que morir cuando llegará su hora, era necesario además que, de una manera o de otra, corrieran a su encuentro, crucificados, destripados, degollados, quemados, lapidados, ahogados, descuartizados, estrangulados, desollados, alanceados, corneados, enterrados, serrados, asaeteados, amputados, desgarrados, o si no, dentro y fuera de celdas, capítulos y claustros, castigándose por haber nacido con el cuerpo que Dios y sin el cual no tendrían donde poner el alma, tales tormentos no los inventó este Diablo que te habla. Es todo, preguntó Jesús a Dios, No, aún faltan las guerras, También habrá guerras, Y matanzas, De matanzas estoy informado, podía incluso haber muerto en una de ellas, bien mirado fue una pena, no tendría ahora a mi espera una cruz, Llevé a tu otro padre al lugar donde era preciso que estuviera para oír lo que yo quise que los soldados dijesen, en fin, te salvé la vida. Me salvaste la vida para hacerme morir cuando te parezca y convenga, es como si me mataras dos veces, Los fines justifican los medios, hijo mío, Por lo que llevó oído de tu boca desde que aquí estamos, creo que sí, renuncia, clausura, sufrimientos, muerte, y ahora guerras y matanzas, qué guerras son ésas, Muchas, un nunca acabar, pero sobre todo las que se harán contra ti y contra mí en nombre de un dios que todavía está por aparecer.
(...)El alma, hijo mío, para salvarse, necesita el sacrificio del cuerpo, Con esas u otras palabras, ya lo había oído antes, y tú, Pastor, qué nos dices de estos futuros y asombrosos casos, Digo que nadie que este en su perfecto juicio podría afirmar que el Diablo fue, es o será culpable de tal matanza y de tantos cementerios, salvo si a algún malvado se le viene a la cabeza la ocurrencia calumniosa de atribuirme la responsabilidad de hacer nacer al dios que será enemigo de éste.
(...)No se puede negar que tienes un talento para confundir a las almas y perderlas, eso ya lo sabía yo, pero nunca te había oído un discurso como éste, un talento oratorio, una labia, no hay duda, estuviste a punto de convencerme, No me aceptas, No me perdonas, No te acepto, No te perdono, te quiero como eres y, de ser posible, todavía peor de lo que eres ahora, Por qué, Porque este Bien que yo soy no existiría sin el Mal que tú eres, un Bien que tuvieses que existir sin ti sería inconcebible, hasta el punto de que ni yo puedo imaginarlo, en fin, que si tú acabas, yo acabo, para que yo sea el Bien, es necesario que tú sigas siendo el Mal, si el Diablo no vive como Diablo, Dios no vive como Dios, la muerte de uno sería la muerte de otro.
(...) Guardó su escudilla entre sus bastas ropas de pastor y entró en el agua. No miró a Dios, sólo dijo, como si hablara con un auditorio de invisibles, Hasta siempre, ya que él lo ha querido así. Jesús lo siguió con los ojos, Pastor se iba quejando poco a poco, perdiéndose en la niebla, no se le ocurrió preguntarle por qué capricho vino y se marchaba así, a nado, en la distancia era de nuevo como un puerco con las orejas erguidas, se oían unos jadeos bestiales, pero un oído fino no tendrá dificultad de percibir que había también allí un sonido de miedo, no a ahogarse, qué idea, el Diablo, acabamos de enterarnos ahora mismo, no acaba, sino de miedo de tener que existir para siempre. "


Ayn Rand

"La Rebelión de Atlas"

"-Si usted viese a Atlas, el gigante que sostiene al mundo en sus hombros, si usted vieses que él estuviese de pie, con la sangre latiendo en su pecho, con sus rodillas doblándose, con sus brazos temblando pero todavía intentando mantener al mundo en lo alto con sus últimas fuerzas, y cuanto mayor sea su esfuerzo, mayor es el peso que el mundo carga sobre sus hombros- ¿Qué le diría usted que hiciese?
-Que se rebele."

"Ha visto la Atlántida que andaba buscando: está aquí, existe, pero se debe ingresar a ella desnudo y solo, sin los harapos de una falsedad de siglos, con la más pura claridad mental; no con el corazón inocente, sino con algo mucho más especial: una mente intransigente  como una posesión y llave. No entrará aquí hasta que haya aprendido que no necesita convencer ni conquistar al mundo. Cuando lo sepa, se dará cuenta que, en todos los años de su lucha, nada ha representado una barrera ante la Atlántida, ni existieron cadenas que la retuviesen, excepto aquellas que usted mismo se forjó. Durante estos años, lo que deseaba conseguir la ha estado esperando de un modo inconmovible como su propia lucha, apasionada y desesperadamente, pero con una certeza mayor que la suya. Salga de aquí para continuar el combate, soporte cargas que no ha elegido y acepte castigos inmerecidos, creyendo que puede servirse a la justicia ofreciendo su propio espíritu a la más injusta de las torturas. Pero, en sus más difíciles y oscuros momentos, recuerde que ha visto otra clase de mundo, recuerde que puede volver a él siempre que lo desee, que la estará esperando y que es algo real, posible... y suyo."


"Su rostro estaba grave y tranquilo, su expresión de felicidad se había borrado y también la actitud de conquistador. Se veía como si se le hubieran caído todas las máscaras, miraba en forma directa, firme, como quien persigue un propósito concreto, como un hombre capaz de comprender la seriedad de su acción, de la forma que ella esperó verlo alguna vez. Nunca le pareció tan atractivo como en aquel momento, y se dijo, asombrada, que aquel hombre no la había abandonado, sino que era ella quien había decidido alejarse de él."


Simone de Beauvoir

"Los Mandarines"

"-Yo lo miraba, molesta; le había dicho a Paula: "La gente cambia", pero por más que uno sepa que cambian, uno se empeña en mirarlos como inmutables en un montón de cosas: otra estrella fija que se había puesto a bailar en mi cielo."



"Durante quince años ese escritorio había sido para él el centro del mundo y de su hogar; aquí la verdad parecía segura, la felicidad importante y parecía un gran privilegio ser uno mismo. No podía imaginarse caminando por las calles con esa puerta cerrada para siempre a sus espaldas."



"-¿Te dejo en algún lado?

No, gracias; voy a caminar un poco -dijo Enrique.
Iba a comer con Paula y no le urgía verla. Se puso a caminar a pasos cortos. Decir la verdad: hasta ahora eso no había planteado problemas serios; había contestado que sí a Lambert sin vacilar: era casi un reflejo. Pero en realidad no sabía ni lo que debía creer ni lo que debía hacer, no sabía nada: estaba todavía aturdido como si hubiera recibido un golpe en la cabeza. Evidentemente, Jorge no lo había inventado todo. Quizá todo era verdad. Había campos donde quince millones de trabajadores estaban reducidos al estado de subhombres; pero gracias a esos campos el nazismo había sido vencido y un gran país se construía en donde se encarnaba la única posibilidad de mil millones de subhombres que reventaban de hambre en China y en la India, la única posibilidad de millones de obreros esclavizados a una condición inhumana, nuestra única posibilidad. "¿ Ésta también nos fallará?", se preguntó con temor. Se daba cuenta de que nunca había dudado seriamente de ella; las taras, los abusos de la URSS los conocía; no impide que un día el socialismo, el verdadero, aquel en que se reconciliarían justicia y libertad, terminaría por triunfar en la URSS y por la URSS; si esta noche esa certidumbre lo abandonaba, entonces todo el porvenir se hundía en las tinieblas: en ninguna otra parte se perfilaba la más mínima luz de esperanza: "¿ Es por eso que me refugio en la duda?" -se preguntó-. ¿Rechazo la evidencia por cobardía, porque el aire ya no sería respirable si ya no hubiera un rincón de la tierra hacia el cual poder volverse con un poco de confianza? O, por el contrario, quizá sea aceptando con complacencia las imágenes de horror que estoy haciendo trampa. A falta de poder creer en el comunismo sería un alivio poder aborrecerlo resueltamente. ¡Si al menos uno pudiera estar totalmente en pro o totalmente en contra! Pero para estar en contra habría que tener alguna otra cosa que ofrecer a los hombres: y es demasiado evidente que la revolución se hará por la URSS o no se hará. Sin embargo, si la URSS no ha hecho sino sustituir un sistema de opresión por otro, se ha restablecido la esclavitud, ¿cómo seguir teniéndole simpatía?.
"Quizás el mal este por todos lados", se dijo Enrique. Recordaba aquella noche en un refugio de la Cevenas en que estaba voluptuosamente dormido en las delicias de la inocencia; si el mal estaba en todas las partes entonces la inocencia no existía. Hiciera lo que hiciese estaría en el error; error si divulgaba una verdad trunca, error si disimulaba, aun trunca, una verdad. Bajó junto al río. Si el mal esta en todas partes no hay ninguna puerta de escape ni para la humanidad ni para uno mismo. ¿Habrá que llegar a pensar eso? Se sentó y miró distraídamente correr el agua."


"-No es culpa mía -agregó Nadine suspirando-, soy desconfiada.

-No lo has sido siempre -dijo Enrique-. Con Diego no lo eras.
Nadine se puso dura:
-Era distinto
-¿En qué?
-Diego era mío.
-No más de lo que yo lo soy -dijo Enrique vivamente-. La diferencia es que era chico; pero hubiera envejecido. Y si no decidieras a priori que todo adulto es un juez, por lo tanto un enemigo, mi edad no te molestaría.
-Contigo nunca será como con Diego -dijo Nadine.
-No lo olvides. Pero no emplees tus recuerdos contra mí. Es lo que haces. Por un montón de razones le vuelves la espalda a la vida presente, entonces te refugias en el pasado; en nombre del pasado tomas superioridades sobre todo lo que te ocurre.
Nadine lo miró con un aire un poco vacilante.
-Si, quiero mi pasado -dijo.
-Te comprendo muy bien -dijo Enrique-. Pero tienes que darte cuenta de una cosa: no es porque tienes recuerdos muy fuertes por lo que le pones mala voluntad en vivir; es lo contrario: utilizas tus recuerdos para justificarte.
Nadine guardó silencio por un momento; se mordía el labio inferior con aire concentrado.
-¿Por qué tengo mala voluntad?
- Por resentimiento, por desconfianza. Es un círculo vicioso -dijo Enrique-. Dudas de mi amor, entonces me tienes rabia y quieres castigarme, desconfías de mí y te alejas. Pero reflexiona -dijo con voz apremiante-, si te quiero merezco tu confianza y eres injusta al no dármela.
Nadine se encogió de hombros con aire desolado:
-Si es un círculo vicioso no puedo salir.
-Puedes -dijo Enrique-, si quieres, puedes. -La apretó contra él.- Resuelve darme tu confianza aún si no estás segura de que la merezco. La idea de caer en un engaño te horroriza: pero es mejor ser engañada que ser injusta. Y verás: la mereceré."



Los autores. De izquierda a derecha: Simone de Beauvoir, José Saramago y Ayn Rand.

Una hoja en blanco es un lienzo donde se puede crear una obra para la admiración o quizás para el olvido. Muchas veces esa misma hoja parece estar gritando las palabras que desea sentir impresas sobre sí, pero simplemente ellas no cobran forma definida en la mente de quien escribe. 
Sin embargo todo se vuelve horrorosamente confuso cuando se trata de las emociones que las palabras aún no pueden expresar. A veces es por falta de práctica que no sabemos como decir eso que corroe por dentro, que nos llena de felicidad o que se esta volviendo una verdadera molestia. Por eso mismo también existen distintas maneras de reaccionar ante una situación que pone en jaque las más antiguas convicciones arraigadas en uno mismo. A simple vista, podríamos resumir el asunto diciendo que todo "depende de la personalidad"...
Lo cierto es que la personalidad es el resultado de lo que fuimos, y lo que fuimos esta formado por la presencia de los demás, por la ausencia de ellos, por el lugar donde vivimos y las actividades que hacemos. Una personalidad no puede catalogarse de "definida": seguramente se podrán marcar ciertos patrones que trazarán sus características, pero me resulta dificultoso creer que la personalidad puede definirse, siendo que cada día en la vida de un ser humano lo marca.
Quizás las palabras no alcanzan porque ellas son un medio para el fin, que es la comunicación. Acaso las palabras no nunca son suficiente porque ellas también son imperfectas, muchas veces se encuentran incompletas. Probablemente no existan palabras para todas las emociones porque la totalidad es una utopía, y además una generalización absurda.
Las palabras tienen el poder de convocar en un tiempo concreto y hacer público lo que pensamos: esa es su belleza, la capacidad de hacernos presentes en el mundo. Con poca intención de ser transigente pero reconociendo su importancia fundamental, las palabras que se forman en la mente y que luego decidimos decir u omitir se convierten en tatuajes que marcan nuestro tiempo, nuestras relaciones y muchas veces determinan nuestros actos. Por que no siempre se hace lo que se dice, ni se dice lo que se hace. Pero dejemos que nos interpelen, sepamos poner en duda una palabra, un acto o una actitud si es necesario, ya que sólo la inquietud sincera podrá impulsarnos a más.


viernes, 22 de junio de 2012

Sufrilo, razonalo y seguí


"-El que se desprecia a sí mismo trata de incrementar su estima en aventuras sexuales, cosa que no tiene sentido porque el sexo no es causa, sino efecto y expresión del sentido que cada cual tiene de su propio valor.
-Explíquese mejor.
-Aquellos que piensan que la riqueza procede de recursos materiales y esta desprovista de raíz o significado intelectual, son los mismos que creen, por la misma razón, que el sexo es una condición física, capaz de funcionar independientemente de la mente, elección o código de valores. Suponer que el cuerpo crea un deseo y efectúa una elección equivale a creer que el hierro se transformaría en rieles por voluntad propia. El amor es ciego, dicen; el sexo nada tiene que ver con el cerebro y se burla del poder de los filósofos. Sin embargo, la elección sexual de un hombre es la suma y resultado de sus convicciones fundamentales. Dígame lo que un hombre encuentra sexualmente atractivo y le revelaré toda su filosofía de vida. Muéstreme a la mujer con la que se acuesta y deduciré su valoración de sí mismo. Sin que importe lo que le hayan dicho acerca de la virtud del altruismo, el sexo es el acto más egoísta de todos, un acto que no se puede realizar por un motivo que no sea el propio placer. Imagínese pensar el sexo con un espíritu de abnegación y caridad. Se trata de algo que no puede efectuarse en actitud de abatimiento, sino de exaltación del propio ser; sólo dentro de la confianza de sentirse deseado y de ser digno de tal deseo. Es un acto que obliga al hombre a mostrarse con el espíritu desnudo, igual que el cuerpo, a aceptar el verdadero ego como su propia escala de valores. Cada cual se sentirá atraído por la mujer que refleje la más profunda visión de sí mismo; la mujer cuya adoración le permita experimentar, o fingir, un sentimiento de autoestima. Quien se sienta orgullosamente seguro de su propio valor deseará a la mujer de carácter más elevado que pueda hallar, a la mujer que admira, a la más fuerte y difícil de conquistar, porque sólo la posesión de una heroína le dará un sentido de plenitud muy distinto de la posesión de una prostituta descerebrada.
No busca conseguir un valor, sino expresarlo. No existe conflictos entre los valores de su mente y los deseos de su cuerpo. El hombre convencido de su inutilidad se arrastrará rendido hacia la mujer a quién desprecia, porque ésta refleja su propio ser secreto, lo libra de esa realidad objetiva en la que es un fraude y le presta la ilusión momentánea de su propio valor y una fugaz escapatoria del código moral que lo condena. Observe el horrible conflicto que muchos hombres provocan en su vida sexual y observe también la maraña de contradicciones que esgrimen como filosofía moral; una cosa deriva de la otra. El amor es expresión de nuestros valores más altos, y no puede ser otra cosa. Si un hombre corrompe sus valores y su visión de la existencia, si declara que el amor no es goce personal sino renunciamiento; que la virtud no es un orgullo, sino una pena, un dolor, una vulnerabilidad o un sacrificio, que el amor más noble no nace de la admiración, sino de la compasión, no como respuesta a valores, sino a defectos, ese hombre se habrá partido a sí mismo en dos. Su cuerpo no lo obedecerá, no responderá, será impotente con la mujer a  la que dice amar y eso lo impulsará hacia la clase más baja de prostituta que pueda encontrar. Su cuerpo seguirá siempre la lógica fundamental de sus más profundas convicciones. Si cree que los defectos, son valores, habrá condenado su existencia como malvada y sólo lo atraerá el mal. Se habrá condenado a sí mismo y sentirá que la depravación es lo único que puede disfrutar. Habrá igualado la virtud con el dolor y creerá que el vicio es el único reino de placer. Luego gritará que su cuerpo tiene deseos viciosos que su mente es incapaz de dominar, que el sexo es pecado, que el verdadero amor es una emoción pura del espíritu."
A. Rand


Existen diferentes perspectivas sobre el sexo y el amor. Lo que permanece claro y constante es que ambos son distintas expresiones de los valores más altos que un ser humano puede tener. El sexo jamás puede ser disfrutado si no existe el deseo recíproco de llegar a ese momento donde simplemente la mente es puesta a un lado y sólo son los cuerpos los que mandan. Por supuesto, no existe un amor único y perpetuo, se sienten distintas clases de amor en los diferentes momentos de la vida. Una persona no puede amar de la misma manera durante toda su existencia, por una sencilla razón: las circunstancias, las decisiones, el azar, las personas, las relaciones, el tiempo, la experiencia cambian al ser humano. Por más miserable que el individuo se sienta, no quiere ni ama de la misma manera a todas las personas. Seguramente sentirá un desprecio muy profundo hacia cada forma de vida, y ésa es otra manera de la valorar lo que nos rodea.
No se trata de una transformación de la noche a la mañana, sino que es un proceso y es natural dejar de querer si se esta en otra etapa de la vida. Por eso, es necesario disfrutar del momento sin calcular lo que mañana podrá ser, aunque es fácil escribirlo y no tan sencillo de practicar en un mundo cargado de prejuicio. En parte cada cual lleva consigo el juicio previo, algunos lo reconocen y otros no, sin embargo lo que realmente vale es buscar las razones simples a las cuestiones que parecen intrincadas. Puede sonar bastante tonto, en verdad es tontamente simple: existen simples razones y ese hecho desquicia.
No hay motivo que valga más para las personas que encontrarse porque simplemente se caen bien. Existe algo que hace que suceda de esa manera y no de otra; puede ser una mirada, un gesto, decir una frase, o incluso algo más superficial como la manera de vestirse. Existe la mínima, sino nula, cantidad de prejuicio justo en esa situación. Lo importante es que nadie debería privarse de lo que le hace bien. Cada uno, indagando con un poco de honestidad en su interior, puede sentir aquello que indica que se recorre un buen camino o escuchar las sirenas del caos.
En cada etapa puede marcarse un comienzo, pero su fin se degrada hasta empezar algo nuevo. Quizás una etapa dure poco tiempo, o muchos años...sin embargo es necesario recordar  que incluso el caos es un orden distinto por descifrar, entonces la respuesta más simple la traerá el tiempo. Seguramente será la inesperada. Darse tiempo para pensar es preciso en ciertos momentos, y una de las tareas más dificultosas también. No obstante, lo que el tiempo se lleva no lo trae devuelta, al menos no en el estado que estaba en primer lugar, por eso mismo no te pierdas pensando. Sufri lo que debas sólo por el tiempo que sea necesario, dale pensamientos a esas ideas que no te dejan dormir por el período indispensable. Pero no olvides que el tiempo no para, no corre, no te pasa por encima -a menos que sea tu decisión- y ciertamente no se convierte en tu enemigo; al final, la mayor satisfacción es aprender y seguir.

martes, 15 de noviembre de 2011

A la par

"Nada, ni siquiera Dios, es más grande para uno que lo que uno mismo es.
Y quien camina una cuadra sin amar al prójimo, camina amortajado hacia su propio funeral."


A quién me dio las piernas, pero jamás me indicaría la dirección. A quién le debo la vida, y muchas veces le reclamé la muerte. A quién solamente amo.
Tu otra mitad. Te considero de tanto talento...que siempre te digo que si algún día tuviera una mínima parte de tu talento, vivirías en mi.
Solíamos saber que era disfrutar de la tardes bajo el sol, con absolutamente nada en la cabeza, y aún así, con la certeza de que siempre hay algo más... Tantos pensamientos que aún no tienen coherencia, sentido. Algunos ni siquiera son míos, sin embargo es como si siempre hubieran estado en mi cabeza.
Cuando te veo así, yéndote como un destello de luz, así me parece que somos. Un destello momentáneo, pero con la seguridad de pretendernos eternos. No existe mejor lugar que aquel donde las articulaciones se sienten a desarmar. Un lugar así, que te haga temblar al piernas al entrar, es un lugar que debiera costarte abandonar. 
No temer a que alguien te importe, pero no te aferres, no te adueñes ni poseas, pues nada es seguro. Seguro es que nada durará. 

jueves, 10 de noviembre de 2011

Desea Ser Fuerte Sin Nadie Alrededor

No creo que nos hayamos alejado, porque nunca estuvimos realmente cerca.
En ciertos momentos, sugiero huir, antes que sentir. Lo aplico a mí.

Es lo que habitualmente se hace, "hacerse para adentro". No esta mal,  mientras no se prolongue por meses o años...sin embargo todos necesitan un tiempo para estar consigo mismos, no para cambiar de un momento a otro, sino simplemente para saber dónde se encuentra uno mismo en la vida, ¿o en la existencia?.
 No esta mal hacerlo todos los días, podríamos llamarlo 'la reflexión del día'. Poner en ejercicio el pensamiento: activar esa cosa gris con grietas que ya hace mucho debería haber reventado...

Recorre las calles oscuras de tu mente. Debés ser capaz de ello. Sin embargo, no sólo significa que los demás te tilden de egoísta, significa saber cómo manejar ciertas situaciones. Ser consciente de cuáles son los propios límites, valores y cuánto se esta dispuesto a sacrificar para hacerlos respetar no esta mal, no es ser aburrido, ni gil.
No esta mal. Se entiende.

Entonces, quién puede creer a todos quienes usan la ropa como un disfraz que no camufla  más que la inmensa soledad que los asola. Considero mil veces más confiables unos labios sinceros que algunas señales calculadoras que pretenden ser implícitas.
Usa las ropas comunes y desnudate ante quien lo merezca. Usa las ropas comunes mientras te convertís en un imán para los demás porque tu valor se revela sin ello que llevas puesto. Tu valor es lo que sos cuando te desarmas, cuando no existe absolutamente nadie en quien pensar en ese momento. No existe nadie más si no aprendes a caerte, levantarte y seguir.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

tus Pies, Lejanos ya







Parecía que la inercia del tiempo la mantenía estancada allí, paralizada.
Sin embargo, lo ruda que fue sencillamente se transformó en su mejor arma para enfrentarse a si misma. Se arrastró hasta la silla en el último rincón de su ser, se obligó a sentarse allí, se encadenó a esas patas y dejo que se encendiera una luz blanca, profunda, penetrante. Esa luz la iluminó durante noches, sólo transcurrieron noches. Los días eran momentos de razón y sinceridad, que en realidad se convertían en un respiro, fue la fuerza para seguir hurgando dentro de si.
Le llevó bastante tiempo dejar de mentirse y empezar a aceptarse defectuosa, mortal, infeliz, mentirosa y perfectamente idiota por desperdiciar tanto tiempo creyendo que alguien más podría arreglar el desastre que ella misma dejó hacer, ayudó a hacer y se encargó de mantener...
Y al final, pero no el final de finales, llegó a la certeza de que existir no es suficiente, vivir tampoco.
Enfrentarse verdaderamente a la tempestad es querer enfrentarla aún aceptando la condición de mortalidad. Vivir no es ser feliz, enamorarse o que el horizonte sea alguien más, no. Vivir es saberse próximamente efímero, y aún esclavizados a esa cláusula, querer seguir hasta estrellarse contra el invierno, contra su frío viento. Sin embargo, en ese lugar frío, llámese sociedad, mundo o el propio cuerpo, sólo la razón y el sentimiento autentico son las fuerzas para seguir.







sábado, 29 de octubre de 2011

el sueño post-Terapia


"Yo siempre he dicho que hay que saber perdonar a un hombre que se suicida silenciosamente, ¿quién puede juzgar los sufrimientos del otro y comprender el límite de su tolerancia?. Pero el que se mata haciendo alarde de ello para perjudicar a alguien, el que acaba con su vida por maldad, no merece perdón ni excusa alguna; es un perverso de pies a cabeza y gana que la gente escupa su recuerdo, en vez de lamentar su suicidio y compadecerlo."

Pero cuando se empieza un párrafo con la palabra "pero" lo que sigue no puede ser positivo. Sin embargo, esa frase revela un hecho sumamente positivo: simplemente se juzga por las acciones, ya que es demasiado fácil hacer rebalsar la boca de palabras.

De repente aparezco al otro lado de la vereda en un día soleado, pero no corre viento ni hace calor.
En frente esta él, un señor viejo, croto, sobre sus rodillas y es ciego. Para ver, usa sus manos. Unos momentos después se escuchan los pasos de un perro siberiano, al acercarse al viejo y sentir su olor comienza a ladrar. El perro ladra al viejo. Se acerca tanto que ya está justo a la altura de su cara y sigue ladrandole, con rabia, con fuerza, como para hacer abrir los sus ojos. Pero el viejo hasta parece sordo, porque aunque puede notar que sucede algo más allá de él,  aún no logra darse cuenta qué es. Finalmente, estira sus manos y el perro calla.
Frente a frente, ambos, el viejo reconoce el hocico a medida que lo siente con sus manos. El perro parece sentirse cómodo, callado, como si nunca hubiera tenido intención de comérselo. El viejo saca un cuchillo de su bolsillo y se lo clava en la palma de la mano: no sangra, pero se ve una fuerte herida roja. Despacio, con delicadeza, el perro se acerca y lame la herida, mientras, el viejo continua con los ojos cerrados pero viendo con la mano que tiene sana. Un momento después, el perro estira su pata y toca la herida, con la sangre sobre su extremidad la lleva hacia el hombro del viejo. Lo toca.
En ese instante comienza la metamorfosis: el viejo muta traumaticamente de piel, ahora es rosa y sus ojos están abiertos, tan abiertos que parece que su intención es ver todo aquello que no pudo -o no quiso- ver durante toda su vida. Se ve a si mismo, matizado de ese único color, reconoce su cuerpo desnudo, su cabeza, lleva sus manos sanas hacia su cara y por primera vez las contempla...
Esas manos eran su guía en un mundo oscuro, le permitieron vislumbrar las posibilidades de un mundo de nadie, donde todos son reyes pero no existe reinado. Esas manos fueron el sostén cada vez que se caía por tropezar con algo que, aunque estaba junto frente a él, no podía verlo. Las manos del viejo muchas veces lo abrazaban cuando pasaba las noches en soledad, aislado por propia iniciativa, aún sin saberlo él.


Yo seguía en la misma posición, contemplando la escena desde enfrente, un palco único donde pasé desapercibida de todo sobresalto.


El viejo observa su alrededor. Rápidamente reconoce donde se halla. Esta en un camino que comienza justo donde esta parado y termina sólo hasta donde su mirada llega. Pero él, ahora despierto, supo que ese camino sigue mucho más allá de ese punto donde llegan sus ojos. Bordeando el camino se levantan árboles de todos los tamaños y diversos verdes. Verdes desde las tonalidades más débiles, hasta el flúor más molesto que pueda existir. Los troncos son tan gruesos y algunos otros tan difusos que forman una pared perfecta que siembra misterio sobre lo que puede haber del otro lado de ella.
Enseguida nota que el tronco de los árboles esta hecho de el mismo siberiano que lo había "atacado". Él también cambió, ahora tiene un aspecto más humano. Se encuentra parado sobre sus dos patas traseras y sostiene la copa del árbol, sus extremidades se ramifican hasta confundirse con las hojas y sus ojos revelan un dejo de nostalgia, quizás por estar aferrado al suelo. Su color es gris, muchos tonos del gris lleva puesto desde las piernas que sobresalen bien erguidas desde el suelo hasta lo último que se puede ver de las ahora ramas superiores, que se abren a medida que las hojas más delicadas las pueblan.
El viejo lo reconoce, porque de todos los troncos, el perro sobresale de uno en particular a la izquierda del camino, no muy lejos del nuevo viejo renovado. Lo examina por un momento como tratando de recordar de donde le resulta familiar y de repente su expresión se transformó. Ahora sabe exactamente lo que quiere hacer: comienza a caminar hacia el perro, al mismo tiempo este último lo reconoce y empieza a moverse para desprenderse del follaje.
Parece una carrera que se desarrolla en segundos, el viejo empieza a gritarle y lanza sus brazos al aire como si buscara asustar al perro son sus gestos desaforados, exagerados, llenos de rencor. Al mismo tiempo, se puede percibir como el perro teme a la situación, al encuentro con esa otra parte de la vida que vuelve a buscarlo tal como él lo hizo momentos atrás.
Ambos ya en el camino, se detienen por un ínfimo momento y se miran. Puedo notar que esa mirada es el contacto más profundo que tienen, que alguna vez llegarán a realizar. Reconocen en cada uno al otro, la parte humana y la parte feroz, más salvaje. Saben que no existe otro momento más que ese, es la decisión. El perro siente temor. El viejo esta invadido por un cólera tan profundo que sus ojos reflejan un fuego interior y que se expresan en un nuevo grito, pofundo, doloroso, seco. El perro comienza a correr, el viejo lo sigue. Ambos se pierden en el camino. Los veo alejarse, hacia el sur.


Me despierto, es un nuevo día y son las siete y media de la mañana.







miércoles, 12 de octubre de 2011

es Crecer

"He estado intentando convencerme de que abandonar a alguien no es lo peor que se le puede hacer. Puede resultar doloroso, pero no tiene porque ser una tragedia, si uno no dejara nunca a nada o a nadie, no tendría espacio para lo nuevo.
Evolucionar constituye una infidelidad a los demás, al pasado, a las antiguas opiniones de uno mismo...Cada día debería tener al menos una infidelidad esencial, una traición necesaria: se trataría de un acto optimista, esperanzador, garantizaría la fe en el futuro. Una afirmación de que las cosas no sólo pueden ser distintas, sino mejores."


Una frase que esta en lo más profundo de mi mente desde hace meses, que desde que la escuche fue imposible olvidarla y no hubo otra alternativa más volverla mía. Cada oración es un eslabón necesario que te lleva a resignarte al hecho de que todo pasa, y que esta perfecto que así sea.


Hay demasiado en juego a cada momento como para tomar un sólo lado de la apuesta. Pero de ninguna manera ello significa que la indecisión es la postura correcta. Muchas veces, la realidad que creemos compartir grita en silencio que no es una misma, y por supuesto mucho menos única. Por eso mismo es necesario que existan personas con la lucidez necesaria, que sean capaces de captar la esencia de ese momento y no temer a juzgar. Es absurdo pensar que se puede andar por la vida en alguna clase de impostura que te haga quedar bien con Dios y con el Diablo. Al contrario, al elegir un camino se rechazan miles de otros rumbos posibles.
En ese punto, en el de elegir, es donde el resto del mundo carece de importancia y todos son un accesorio que hasta obstruyen...pero la decisión trae no sólo riesgo, incluye el deber de confiar para elegir, para rechazar lo otro, para tomar una decisión. Es que ese es el punto, decidir es comprometerse con alguna clase de creencia. La mejor creencia, no es un sentido religioso, es aquella que se siente por uno mismo.
No se disputa aquí el autoestima, las inclinaciones culturales, ni ningún otro factor que pueda dispersar; sino la afirmación de que antes que nada el hecho de creer en el juicio propio es necesariamente el punto de origen y partida para tomar cualquier decisión.
La soledad, la soledad parece ser el segundo componente -adosado- para llegar al punto de la elección.
Una vez más, la soledad no se presenta como un sentimiento trágico, antisocial ni mucho menos soberbio. En realidad, a falta de una palabra más adecuada, la soledad es esa frontera entre el resto y uno mismo: constituye a la vez un espacio propio, donde en la intimidad cada cual puede estar, ser, pensar y encontrar la manera de reacomodar las propias estructuras para luego revelarse más crecido, más adulto... en realidad, aparentar ser más fuerte.
Todas las corrientes políticas, las religiones y los movimientos vienen a prometer más o menos lo mismo: libertad a costa del otro que no es igual a uno. Aún diciéndolo tan bruscamente, en esa frase hay por lo menos tres conceptos ambiguos: "libertad", "costa del otro" e "igual". En realidad dichos conceptos contribuyen a que las inclinaciones sigan en pie, sigan siendo referentes. Sin embargo, no existen mayores motivos para creer en otro más que la falta de confianza y seguridad en uno mismo, plantea el liberalismo. Aunque, en realidad, no es concebible la historia sin el mínimo margen de rituales paganos.
Precisamente, la función de las religiones/cultos y cualquier tipo de manifestación que deposite en un alter las veces de fuente de sabiduría, prosperidad y longevidad, constituye otro espacio donde cada uno puede hallarse en felicidad.
Por lo tanto, existen para cada uno dos espacios que deberían permanecer lo más diferenciados posible uno del otro: el intimo, el más personal y el que debería surgir por elección cuando nos desarrollamos en sociedad. El hecho de formular una oración en potencial y "deber ser" no indica más que una posición, un pensamiento utópico,mejor dicho.
De ninguna manera la felicidad es utópica, de hecho, ese pensamiento es muy conveniente. Pensar que la felicidad se encuentra "allá donde podés conseguir esto o aquello" no es la respuesta certera. Esos conceptos son trabas que se están aferradas al suelo y cuya misión es impedir continuar, seguir. La felicidad no es irrealizable, pero no es cosa de tontos tampoco. Es preciso dejar de lado todos los conceptos clásicos sobre la felicidad y aceptar el desafío de estar en felicidad, de lo contrario no queda más que la trágica, patética y lastimosa soledad en compañía.
"No hay camino, se hace camino al andar". Por supuesto, justo cuando se piensa que no hay nada que pueda disturbar el momento que se vive, pasa algo...se vuelve a trazar un camino.