martes, 15 de noviembre de 2011

A la par

"Nada, ni siquiera Dios, es más grande para uno que lo que uno mismo es.
Y quien camina una cuadra sin amar al prójimo, camina amortajado hacia su propio funeral."


A quién me dio las piernas, pero jamás me indicaría la dirección. A quién le debo la vida, y muchas veces le reclamé la muerte. A quién solamente amo.
Tu otra mitad. Te considero de tanto talento...que siempre te digo que si algún día tuviera una mínima parte de tu talento, vivirías en mi.
Solíamos saber que era disfrutar de la tardes bajo el sol, con absolutamente nada en la cabeza, y aún así, con la certeza de que siempre hay algo más... Tantos pensamientos que aún no tienen coherencia, sentido. Algunos ni siquiera son míos, sin embargo es como si siempre hubieran estado en mi cabeza.
Cuando te veo así, yéndote como un destello de luz, así me parece que somos. Un destello momentáneo, pero con la seguridad de pretendernos eternos. No existe mejor lugar que aquel donde las articulaciones se sienten a desarmar. Un lugar así, que te haga temblar al piernas al entrar, es un lugar que debiera costarte abandonar. 
No temer a que alguien te importe, pero no te aferres, no te adueñes ni poseas, pues nada es seguro. Seguro es que nada durará. 

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